
Durante 20 años y hasta que en 1989 lo mató la mordedura de una víbora, Francisco Tapia vivió metido en un agujero al costado de la ruta 7, a pocos kilómetros de Desaguadero. En todo ese tiempo, el hombre tuvo muy poco contacto con la gente, aunque quienes lo conocieron aseguran que se trató de una persona respetuosa y gentil, "que nunca le hizo daño a nadie". Vivía de lo que los camioneros le dejaban en su paso por la ruta y su figura, una vez muerto, se volvió milagrosa para algunos. Ahora un grupo de jóvenes está reconstruyendo su vida de ermitaño en un documental y también en una película. El proyecto ha sido declarado de interés provincial y, entre otras cosas, busca determinar por qué Tapia decidió vivir los últimos años de su vida aislado de la civilización, sumergido en la soledad y el rigor del desierto paceño.No hay datos certeros sobre quién fue Francisco Tapia antes de 1969, sólo suposiciones. Marcelo Albarrán, director del proyecto 'El Ermitaño' cree que fue un militar, al menos eso es lo que ha podido reconstruir de la charla con vecinos de Desaguadero y camioneros (ver aparte). "La primera noticia que tenemos de Tapia es de 1962. Ese año, lo vieron caminando por las vías del tren en Alto Pencoso (San Luis)", dice Albarrán. Desde entonces y durante siete años Tapia vivió como nómada, ingresó a Mendoza y muchos lo vieron seguir el curso de las vías por donde habría llegado hasta Palmira, donde, y sin motivo conocido, decidió volver sobre la marcha. Quienes lo recuerdan de aquellos años, cuentan que el hombre se movía haciendo postas, "avanzaba unos 300 metros cargando algunas bolsas y trapos, las dejaba y volvía por otros bultos que habían quedado más atrás". Por fin, en 1969 llegó a Desaguadero."Al comienzo, nadie notó su presencia porque Tapia se confundía entre los obreros que en ese momento trabajaban en la ruta 7, pero la obra siguió avanzando y él se quedó", explica Juan Carlos Vázquez, el asistente de dirección del documental y de la futura película.Tapia se ubicó a un costado de la ruta, en una larga curva a cuatro kilómetros de Desaguadero y con paciencia, usando sus manos y alguna herramienta precaria, cavó un pozo debajo de dos algarrobos y sobre él armó una estructura de palos, ramas y trapos. Ese fue su pequeño refugio en el mundo durante los siguientes 20 años. "No tomaba alcohol, no fumaba y era muy respetuoso, en eso coinciden todos. Vivía de lo poco que le quitaba al desierto y de la ayuda de los camioneros que pasaban por la ruta. Cuando alguien lo visitaba en su cueva, ahí nomás preparaba un yerbeado y lo ofrecía, dicen que se ofendía cuando se lo despreciaban", cuenta Albarrán, que junto con la productora Luma, viene trabajando en la realización de un documental desde comienzos de año.Tapia nunca pedía nada y en muy pocas ocasiones bajaba al pueblo de Desaguadero. Cuentan que al principio iba seguido pero que alguien, en un chiste de mal gusto, le prendió fuego la barba y desde entonces dejó de ir. Los realizadores del documental entrevistaron a más de 20 personas y creen que Tapia murió cuando tenía 65 años. "Fue en el hospital de La Paz, a las 4 de la tarde del 23 de abril de 1989. Dos meses antes lo había mordido una víbora, él se hizo un torniquete con alambre y fue auxiliado por un camionero que lo encontró tirado en la ruta. Sabemos que estuvo internado en La Paz y también en el hospital Lencinas, pero al final volvió a su cueva, aunque nunca se repuso de la mordedura".Entre algunos vecinos juntaron dinero para el cajón y fue enterrado en el cementerio de La Paz. Los camioneros mantienen su tumba limpia y arreglada, incluso, y pagando alguna promesa cumplida, alguno construyó un techo de chapa que cubre la lápida. Tanto en su tumba como en lo que queda de la cueva hay mensajes de agradecimiento. "En su cueva hay cartas, cuadernos, botellas y hasta una casita en miniatura de alguien que supone que Tapia lo ayudó desde el más allá a conservarla. Es un hombre muy recordado, especialmente entre los camioneros que pasan por Desaguadero", concluye Albarrán.
Fuente: Diario Los Andes
2 comentarios:
Miriam preciosa historia la vida esta llena de cosas asi personas que no nadie sabe el por que pero se aislaron del resto del mundo . La verdad que el mundo es demasiado cruel aveces y hay personas se aislan se niegan a seguir soportando.Preciosa historia TAUT
Asi es Alfredo, sabés, recuerdo cuando pequeña que viajaba con mi familia a Buenos Aires y pasábamos por ese lugar, y ya este hombre estaba. Ja, ya de solo saber que viajariamos rumbo a Buenos Aires, mis hermanas y yo ibamos muy atentas en el camino para poder verle, desde la ruta se veia su "casa". Taut
Publicar un comentario