lunes, 1 de diciembre de 2008

Un poquito de historia...

PAYADORES
En un velero viajaban hacia América una pareja de trovadores españoles y un niño de seis años de edad. Naufragó la embarcación en la costa patagónica y de ella sólo consiguieron salvarse dos marineros y el infante, a quien sus padres habían entregado la guitarra antes de que una ola los llevara al fondo del mar. Tomados prisioneros por los indígenas de la región, vivieron largos años en las tolderías, hasta que los dos hombres consiguieron huir una noche. El niño fue criado por una india y, paulatinamente, despertóse en él el amor a la guitarra y a las canciones. Se hizo el jinete diestro y aprendió a bolear. Conoció la inmensidad de la meseta patagónica y junto al hijo del cacique, con quien endulzó sus años de cautiverio, llegóse un día hasta la que es hoy la dulce tierra mendocina, regalando en cada toldo una canción. Según cuenta la leyenda, este niño, hijo auténtico de los primeros trovadores españoles que murieron en América, unido fraternal y sinceramente con su hermano de crianza, formaron la primera pareja de gauchos payadores o prayadores que cantaron con guitarra en los valles australes mendocinos.

Payada entre Martín Fierro y el Moreno
(Martín Fierro)
Dios hizo al blanco y al negro sin declarar los mejores;
les mandó iguales dolores bajo de una mesma cruz;
mas también hizo la luz pa distinguir los colores.
Ansí ninguno se agravie; no se trata de ofender;
a todo se ha de poner el nombre con que se llama,
y a naides le quita fama lo que recibió al nacer.
Y ansí me gusta un cantor que no se turba ni yerra;
y si en tu saber se encierra el de los sabios projundos,
decíme cuál en el mundo es el canto de la tierra.
(El Moreno)
Es pobre mi pensamiento, es escasa mi razón;
mas pa dar contestación mi inorancia no me arredra;
también da chispas la piedra si la gólpea el eslabón.
Y le daré una respuesta sigún mis pocos alcances;
forman un canto en la tierra el dolor de tanta madre,
el gemir de los que mueren y el llorar de los que nacen.
(Martin Fierro)
Moreno, alvierto que trais bien dispuesta la garganta;
sos varón, y no me espanta verte hacer esos primores;
en los pajaros cantores sólo el macho es el que canta.
Y ya que al mundo vinistes con el sino de cantar,
no te vayás a turbar no te agrandes ni te achiques:
es preciso que me espliques cuál es el canto del mar.
(El moreno)
A los pájaros cantores ninguno imitar pretende;
de un don que de otro depende naides se debe alabar,
pues la urraca apriende a hablar pero sólo la hembra apriende.
Y ayudamé ingenio mio para ganar esta apuesta;
mucho el contestar me cuesta pero debo contestar:
voy a decirle en respuesta cuál es el canto del mar.
Cuando la tormenta brama,
el mar que todo lo encierra canta de un modo que aterra,
como si el mundo temblara;
parece que se quejara de que lo estreche la tierra.
José Hernandez

Miriam

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